SERENA SÁENZ Y JONAH HOSKINS: UN CIERRE MEMORABLE

SERENA SÁENZ Y JONAH HOSKINS: UN CIERRE MEMORABLE

Peralada, 5 de agosto de 2023

La joven soprano barcelonesa Serena Sáenz, el tenor estadounidense Jonah Hoskins y el pianista polaco Maciej Pikulski han ofrecido hoy un recital memorable con el que se ha clausurado el 37º Festival Perelada con una gran diversidad de colores musicales y estilos. Sáenz y Hoskins han demostrado una frescura, una variedad de recursos, talento, sensibilidad, expresividad y teatralidad inusitadas. La primera parte del concierto, dedicado al historiador y crítico operístico Roger Alier (la Vanguardia), un gran amigo del festival, ha sido casi monopolizada por dos representantes más que significativos del bel canto, como Gaetano Donizetti (1797 -1848) y Gioachino Rossini (1792-1868). El concierto ha comenzado con ese tour de force que es para un tenor el aria “Ah! mes amis” de la ópera La fille du regiment, de Donizetti y sus 9 do de pecho que Hoskins, un tenor emergente, con un color de voz precioso ha interpretado con suficiencia y confianza. La velada prometía.

La primera intervención de Serena Sáez en el recital ha sido para interpretar a flor de piel la lucha interna entre el amor verdadero y las tentaciones mundanas que experimenta Manon, en la emotiva y melódica aria "Obéissons quand leur voix appelle..." de la ópera homónima, compuesta por Jules Massenet (1842-1912). Posteriormente, el pianista Maciej Pikulski ha interpretado Paraphrase de concert Rigoletto, S.434, una obra técnicamente muy exigente de Franz Liszt (1811-1886), que cuenta con pasajes floridos y emotivos y con la combinación justa de elementos dramáticos y líricos. Pikulski la ha interpretado con maestría.

Serena Sáenz se ha puesto entonces en la piel de una trastornada Lucia Ashton, protagonista de la ópera Lucia de Lamermoor, de Donizetti, y ha hecho una interpretación primorosa del aria “Il dolce suono”, en la que Lucia se evade de la realidad que la angustia y que es posiblemente una de las arias más conocidas y queridas de Donizetti. Jonah Hoskins ha enfrentado entonces el personaje de Almaviva, de Il Barbiere di Siviglia, de Gioachino Rossini (1792-1868), cuando en el segundo acto canta el aria "Cessa di più resistere”, una pieza considerada de una gran complejidad para el tenor que la interpreta. La primera parte se ha cerrado con el romantiquísimo dúo “Tornami a dir che m’ami“, de Don Pasquale, una ópera de Donizetti, que Sáenz y Hoskins han interpretado haciendo gala de un nivel de entendimiento y escucha más que remarcables, era evidente que había química.

El programa de la segunda parte del recital seguía empapado al inicio de todas las características que hacen tan agradable el bel canto a la mayoría del público. Las dos primeras piezas han sido de La traviata(“Parigi, o cara”), otro dúo de alto voltaje que los artistas han superado con nota y de Rigoletto (“Caro nome che il mio corazón”), de Giuseppe Verdi (1813-1901). Sáenz ha interpretado esta última pieza demostrando una gran resistencia y un férreo control de la respiración. Uno de los momentos de mayor lucimiento de Hoskins ha llegado con la interpretación de la conocidísima aria “Una furtiva lacrima”, de L’elisir d’amore de Donizetti, que ha ido seguida del dúo cómico “Caro elisir… Esulti pur la barbara”, de la misma ópera, en la que Nemorino y Adina protagonizan una escena muy divertida que Sáenz y Hoskins han interpretado de forma sensacional. Ambos poseen una vis cómica excepcional y una gran capacidad para representar a su personaje, sin olvidar el rigor y la técnica del canto.

Otra paráfrasis de Liszt, esta vez Miserere, Concierto Paraphrase S.433 de Il Trovatore, ha sido la nueva y venturosa intervención de Maciej Pikulski en solitario, antes de encarar la recta final del recital, dedicada a la zarzuela. Desde entonces se han sucedido “Por el humo se sabe”, de Doña Francisquita, de Amadeo Vives (1871-1932), que Hoskins ha interpretado con una insólita excelencia en cuanto a la dicción, circunstancia que se ha repetido algo más tarde en la interpretación de “De este apacible rincón de Madrid”, de Luisa Fernanda, de Federico Moreno Torroba (1891-1982), mientras que Serena Sáenz ha hecho dos magníficas interpretaciones de “Me llaman la primorosa”, de El barbero de Sevilla, de Gerónimo Giménez (1854-1923) y “Sí. Yo soy Cecilia Valdés”, de Cecilia Valdés, obra de Gonzalo Roig (1890-1970), en la que la soprano ha mostrado, por si aún hacía falta, una sensualidad y un dominio de la escena absolutamente abrumador.

Han llegado los bises y han vuelto los momentos de lucimiento. Los artistas han elegido piezas que sabían que al público les gustaría, pero es que además, desde el principio, los tres se ha mostrado muy cómodos en escena. Primero, Hoskins ha cantado la popular canción napolitana “’O sole mio”, mientras que Sáenz ha puesto la piel de gallina a todos los presentes con una delicadísima interpretación del aria "O mio babbino caro", de la ópera Gianni Schicchi, de Giacomo Puccini. Para cerrar una velada memorable, de aquellas que dan sentido a lo que intenta hacer el Festival Perelada, que alinea todos los valores que pretende promover, Sáenz, Hoskins y Pikulski han interpretado el conocidísimo  brindis de La traviata, “Libiamo, ne’ lieti calici”. Estamos seguros que nuestro querido Roger Alier hubiera disfrutado con fruición hasta la última nota.