Una fiesta para los sentidos
- El tenor alemán ha presentado una propuesta poco convencional, dividiendo el ciclo en dos partes, en dos escenarios distintos, catas de vinos y gastronómicas, que resultó todo un acierto
- Prégardien, que ha contado con la complicidad del actor Francesc Torrent y las intervenciones a modo de prólogo y epílogo de la actriz Maria Molins, doto la pieza de dramaturgia
- La guitarrista Isolde Santana ha acompañado al tenor en la primera parte en los jardines del Celler Perelada, y en la segunda le ha tomado el relevo la pianista Anna Gebhardt, en la iglesia del Carme
Peralada, de 2024.- El tenor alemán Julian Prégardien (Frankfurt del Main, 1984) ha ofrecido hoy una verdadera fiesta para los sentidos con la interpretación del ciclo de lied La bella molinera (Die schone müllerin), de Franz Schubert (1797 -1828) y con poemas cargados de simbolismo de Wilhelm Müller (1794-1827). Prégardien ha presentado una propuesta poco convencional para esta pieza para piano y voz, mezclando música, patrimonio y gastronomía. La propuesta ha sido ideada por el mismo tenor que, con motivo del 200 aniversario de este ciclo de Schubert, obra primordial del Romanticismo alemán, está produciendo formatos únicos como el de hoy en Peralada. Se puede decir, por tanto, que es un estreno.
El espectáculo ha comenzado media hora más tarde de lo previsto, debido a las condiciones meteorológicas, lo que ha sido un verdadero acierto, consiguiendo evitar en parte un calor intenso y un bochorno asfixiante que la ola de calor ha traído a todo el Empordà. La idea era hacer una puesta en escena que no se limitara únicamente a la interpretación de un ciclo de canciones que ya es suficientemente conocido, pero no por eso menos bello. Huir de las convenciones era un imperativo, por eso esta puesta en escena de La bella molinera es una propuesta muy original. Prégardien ha dividido el ciclo en dos partes, teniendo en cuenta el desarrollo del argumento de la historia que explica el conjunto de canciones: el amor no correspondido de un trabajador de un molino por la hija de su amo. El tenor ha contado con la complicidad del actor Francesc Torrent, que ha ido realizando intervenciones episódicas para profundizar en el sentido simbólico de cada una de las canciones. Estas intervenciones, junto con la capacidad expresiva de Prégardien, le han dado a todo el ciclo un magnífico carácter teatral. A esto ha ayudado que Schubert convierte cada canción en una especie de miniatura musical que, junto con el texto, crea una imagen emocional precisa.
La primera parte ha transcurrido en los Jardines del Celler Perelada, un escenario al aire libre soberbio, que le ha otorgado a todo el conjunto un aire mediterráneo delicioso. Fruto de una encomiable labor de investigación y documentación del tenor, con la complicidad del actor Francesc Torrent, el cantante ha utilizado partes de la traducción al catalán que el poeta Enric Casasses hizo de los poemas de Müller en 2018, bajo el título La noia bonica del molí. En el prólogo, la actriz Maria Molins ha leído un fragmento y Prégardien, dotado de una voz con un color precioso, ha interpretado la primera canción del ciclo, Das wandern (El caminar), en catalán. La primera parte ha incluido hasta 11 canciones que explican cómo el molinero se enamora de la molinera y se va haciendo ilusiones. El estallido del amor, el gozo de vivir, se traducen en una música alegre que Prégardien ha querido acentuar, haciendo que la segunda voz que le acompañaba en el escenario fuera la guitarrista Isolde Quintana y, por tanto, aligerando peso dramático. Torrent ha intervenido en un par de ocasiones y el tenor ha encarnado a la perfección al molinero enamorado. El colofón de esta primera parte ha sido la cata del vino blanco Perelada Collection Blanc 2023, DO Empordà y de un dunkin de foie gras blanco, además de un cóctel.
Posteriormente el público se ha trasladado hasta la iglesia del Carme, que es donde se ha desarrollado la segunda parte. La pianista Anna Gebhardt ha tomado el relevo de Quintana como segunda voz escénica en una parte de la historia mucho más cargada emocionalmente que la primera. Schubert, que tenía una capacidad inusitada para transmitir emociones con su música, compuso Die schöne Müllerin entre 1823 y 1824 y se basó en los poemas de Wilhelm Müller, uno de los máximos exponentes del movimiento romántico alemán. Su obra es una de las joyas de la canción lírica (lied) y una de las más destacadas en la historia de la música clásica, tanto por su belleza musical como por su profundo contenido poético. Su conocimiento permite adentrarse en el mundo emocional y artístico del Romanticismo alemán, donde la música y la poesía se fusionan para narrar historias conmovedoras, lo que queda más que patente precisamente en esta segunda parte. Por otra parte, la naturaleza es un tema central en el ciclo, reflejando la influencia del Romanticismo alemán, que a menudo busca en ella una expresión del estado de ánimo interior. La naturaleza no sólo es un escenario para la historia, sino que es un reflejo de las emociones del protagonista: el arroyo omnipresente es su confesor y consolador, mientras que la naturaleza, en ocasiones indiferente, refleja su soledad y desesperación.
En la segunda parte, a medida que avanza el ciclo de canciones, todo se vuelve más serio, más oscuro, el joven molinero comienza a sentir inseguridad y celos, especialmente cuando aparece el cazador, que se gana el cariño de la molinera. La música se vuelve más oscura e introspectiva, como en la canción Die liebe Farbe (El color favorito), donde el protagonista expresa su desesperación al darse cuenta de que su amor no es correspondido. Las últimas canciones del ciclo tratan la tristeza profunda, la resignación y la muerte, porque en Des Baches Wiegenlied (Canción de cuna del arroyo), la última canción del ciclo que el público ha seguido con deleite, el protagonista, abatido, parece encontrar la paz sólo en la idea de su propia muerte. Esta pieza, con su ritmo lento y suave, crea una atmósfera de serenidad que contrasta con la tensión emocional anterior. La interpretación de Prégardien ha sido sublime especialmente en este punto. A la salida, Maria Molins ha puesto la guinda con un epílogo en verso y la velada se ha cerrado de manera formidable con una cata que ha incluido sopa de lechuga de la huerta de Peralada y vinagre fòrum, acompañado de los vinos Perelada Obsequio 2023, DO Empordà y Perelada Finca Malaveïna 2021, DO Empordà, además de un corte de dolly sin.