VESPRES D'ARNADÍ ESTREMECE PERALADA
El estreno en España del oratorio Sanctus Petrus et Sancta Maria Magdalena en la iglesia del Carme, con música de Johann Adolph Hasse (1699–1783), ha inaugurado hoy la tercera Edición de Pascua del Festival Perelada. Este es un proyecto de Dani Espasa, director de la formación de música antigua Vespres d’Arnadí, quien propuso su puesta en escena a la dirección del ciclo, y esta, siguiendo una de las premisas del festival —la recuperación del patrimonio musical—, aceptó el reto. Espasa ya había advertido que esta es una pieza poco interpretada en nuestro país -recientemente revisada en otros pocos países-, a pesar de su fulgurante belleza y su calidad musical, características que hoy ha podido constatar el público del ciclo altoampurdanés. Esto ha sido posible gracias a la magnífica actuación de Vespres d’Arnadí y de los solistas Valer Sabadus (alto), que ha interpretado a Sanctus Petrus; Marie Lys (soprano), como Sancta Magdalena; Maria Espada (soprano) y Rafael Quirant (soprano), que han encarnado los roles de Maria Jacobi y Josephus; y Anna Alàs i Jové (alto), como Maria Salomé, todos ellos bajo la dirección musical de Dani Espasa. El oratorio se presenta con el colofón de una pieza sacra, un Miserere que ha dado entrada al Cor Infantil Amics de la Unió de Granollers, dirigidos por Josep Vila i Jover, que han brillado junto con el elenco de solistas.
El oratorio se estrenó en el Ospedale degl’Incurabili de Venecia el Viernes Santo de 1758, y todo se estructura sobre un diálogo de ficción entre San Pedro y María Magdalena, ambos acompañados por María Salomé y María, madre de Jacob y José de Arimatea, mientras aún se encuentran en el Calvario, a los pies de la cruz. La música expresa, con recursos propios del bel canto barroco, el sufrimiento, el dolor, la confusión y el arrepentimiento por sus pecados de los personajes protagonistas tras la muerte de Jesús en la cruz. También se relata el gesto de José de Arimatea de ceder el sepulcro para el entierro de Cristo.
Redescubierta en clave contemporánea
El libreto del oratorio en Fa mayor, dividido en dos partes, está escrito en latín, es de autor desconocido y la música está concebida exclusivamente para voces agudas y para una orquesta de cuerdas y bajo continuo. Hasse eligió para su música un libreto con diálogos esencialmente teatrales, con dramatizaciones que posiblemente se adecuan más a una adaptación escénica que a una pieza pensada para ser interpretada en época pascual, pues trasciende el ámbito devocional para ofrecer una arquitectura musical de una elocuencia y emotividad que exigen ser redescubiertas en clave contemporánea, que es exactamente lo que propone Daniel Espasa con esta versión.
Lejos, sin embargo, del gesto operístico expansivo, Hasse articula una liturgia interior que se despliega en un lenguaje exquisitamente veneciano, filtrado por la orfebrería armónica del barroco alemán. Es aquí, en este punto de confluencia entre la sensibilidad pietista y la teatralidad napolitana, donde la obra toma cuerpo con una densidad emocional poco común. El uso de recursos retóricos —melismas amplios, disonancias cromáticas, figuras descendentes de carácter simbólico— tiene una intención casi dramática pero profundamente contenida, como si el compositor buscara emular el afecto desde la contención más que desde el clímax.
La iglesia del Carmen ha sido hoy el escenario donde se ha empezado a construir el espíritu de emoción y recogimiento que envolverá todo el ciclo este año, como ya sucediera en las dos ediciones anteriores. El oratorio de Hasse es una pieza ideal, porque su intención es exhortar al público a la compasión, a la identificación con la máxima tristeza como preludio de un salmo penitencial posterior, el Miserere. La versión recuperada de la obra que ha realizado Espasa conserva la estructura original de dieciocho números repartidos en tríos, dúos, arias y recitativos, con un tratamiento descriptivo, muy expresivo y ornamentado. No se trata, sin embargo, de una sucesión de episodios sino de un relato orgánico, que usa la música como vehículo para una comprensión emocional y teológica del sufrimiento.
La interpretación de hoy de Vespres d’Arnadí, el coro y los solistas, ha destacado por lograr una sonoridad etérea, casi ascética, con ausencia de tenores y bajos, característica de las interpretaciones de las huérfanas del Ospedale, para quienes Hasse compuso el oratorio. Esto da lugar a texturas vocales finas y exigentes, delicadas y llenas de pureza, pero también con una carga simbólica muy poderosa: son las voces femeninas las que llevan el peso del relato sacro. Hoy, en Peralada, se han alcanzado algunos momentos de un alto grado emocional, comenzando por una sinfonía inicial de carácter instrumental que no es solo una introducción decorativa, sino casi una pintura sonora de la época pascual. Esta intensidad también se ha vivido durante la interpretación del aria Mea tormenta, properate, a cargo de Marie Lys, que ha estado brillante. Es posiblemente el pasaje más conocido del oratorio por la grabación que en su momento hizo Jakub Orliński con la formación Il Pomo d’Oro, orquesta que cierra la Edición de Pascua de este año del Festival Perelada. Es un instante de angustia en que María Magdalena expresa su sufrimiento y lo traslada al público. Otro de los momentos destacados ha sido el trío Amor meus in cruce languet, en el que las voces de las tres Marías se han entrelazado en una atmósfera de abatimiento y resignación, que ha supuesto para el público —que podía seguir el texto con sus programas de mano— un verdadero punto de suspensión emocional. Les han sucedido arias excepcionales como O portenta aeterna amoris, a cargo de Rafael Quirant, o Sempre fida o mea pupilla, una generosa y conmovedora promesa de entrega total por parte de María Magdalena a Cristo que Marie Lys ha llevado a un nivel espectacular.
El colofón del Miserere, el salmo penitencial, la súplica, que ha sido de una belleza sensacional, ha rematado un concierto que el público que llenaba la iglesia del Carme ha premiado con una larguísima y generosa ovación.
De la atribución desconocida al discípulo de Leonardo da Vinci
La tarde de hoy ha comenzado en la Biblioteca del Castillo, con la celebración de la interesantísima conferencia titulada Giampietrino, discípulo de Leonardo da Vinci, en las colecciones del castillo de Peralada. El ponente ha sido el historiador del arte y restaurador Ignacio G. Panicello, que ha sido el especialista que ha atribuido la autoría de una obra de la colección del Museo hasta ahora desconocida, estableciendo que puede considerarse que Giampietrino (Giovanni Pietro Rizzoli, Milán 1508–1549), representante de la escuela lombarda y discípulo de Leonardo da Vinci, es su autor. Panicello, presentado por la conservadora del Museo del Castillo, Susana García, ha explicado ante una audiencia de unas sesenta personas que han llenado la sala cómo, después de un año de análisis, estableció la autoría de la pintura, que ha sido la elegida para ilustrar el cartel de la Edición de Pascua de este año del festival.
Panicello ha explicado que el proceso se inició hace poco más de un año cuando, en una exposición en el Museo de la Casa de la Moneda de Madrid, vio un vídeo en el que aparecía fugazmente la imagen de la obra que se conserva en Peralada y que aún no tenía atribuida su autoría. El historiador contó que tenía muy presente la obra de Giampietrino, ya que la última pieza que había restaurado en el Museo del Prado había sido precisamente otra pintura que representaba a Santa Catalina y que pertenecía al mismo taller del pintor renacentista, de modo que detectó rápidamente que aquella obra también podría ser suya. A partir de ahí, entró en contacto con Susana García y se puso manos a la obra, desembocando el proceso en una nueva catalogación de la pintura: Santa Catalina de Alejandría. Giampietrino (y taller). Óleo sobre tabla, hacia 1530. 60,7 cm x 44 cm, Peralada. Fundación Castillo de Peralada.
La tercera Santa Caterina del Estado Español
El historiador del arte, que contó entre el público con algún otro colega destacado como el también historiador Albert Velasco, explicó con abundancia de imágenes cómo las fórmulas empleadas para componer la Santa Catalina de Peralada eran las mismas que en otras obras del mismo autor, como Lucrecia (Madison), Cleopatra (Lewisburg) o María Magdalena (Portland). Así pues, la de Peralada es la tercera Santa Catalina de Giampietrino de la que se tiene noticia en el Estado Español. Otra se encuentra en El Prado y se conoce la existencia de una tercera, de la que no se sabe su localización pero que fue preservada durante la Guerra Civil. La pintura de Santa Catalina original y la mejor conservada se encuentra en la Galería degli Uffizi, mientras que la que se conserva en Peralada ha sufrido bastante con el tiempo, según ha explicado Panicello, quien ha especificado que se habían perdido algunas capas pictóricas debido a intervenciones demasiado agresivas y también algunos volúmenes.
La pintura, convenientemente iluminada, ha presidido la conferencia, junto con otra obra de la colección del Museo, titulada Sagrada Familia, atribuida a un seguidor de Joan de Joanes (1500–1579), que Panicello ha explicado que posiblemente estuvo influenciado por las fórmulas de Giampietrino. El historiador del arte ha destacado que el reverso de la Santa Catalina también tenía una particularidad, ya que la tabla de madera habitualmente se dejaba desnuda o se le añadían travesaños, pero en este caso se aplicó una especie de estuco que indicaría que habían preparado la tabla para realizar un marmoleado, un efecto pictórico habitual de la época.