UNA EXPERIENCIA ÍNTIMA Y VITAL

UNA EXPERIENCIA ÍNTIMA Y VITAL

En medio del ritmo trepidante de un mundo que gira sin parar, Hort/Garden, una propuesta escénica de Elena Tarrats (actriz y cantante), Helena Tornero (dramaturga) y Sílvia Costa (directora de escena), que ha vivido hoy su estreno absoluto en el Festival Perelada, abre un espacio de suspensión. La obra, definida por sus creadoras como una ópera-monólogo, evita la clasificación estricta y opta por la hibridación como lenguaje propio. Música contemporánea, texto dramatúrgico y performance visual se entrelazan para construir una pieza de alta intensidad emocional, que se despliega con la lentitud precisa de una semilla que germina.

Hort/Garden parte de una experiencia íntima y universal que, en este caso, tiene una semilla de carácter biográfico relacionada con Tarrats: la pérdida de un ser querido, su abuelo, y el rastro vital que deja atrás. La protagonista, Abril, hereda el huerto de su abuelo Guillem, y en ese espacio descubre no solo los frutos del cultivo, sino también una manera de seguir viviendo. Es en este jardín vivo donde la muerte y la vida conviven, y donde la ausencia se transforma en presencia a través de la naturaleza. La dramaturgia, a cargo de Helena Tornero, ficciona este relato pero lo mantiene arraigado en una emoción verdadera, surgida de la propia vivencia de Tarrats. La obra propone así una relectura del jardín como espacio de memoria, resistencia y renacimiento. La sinopsis debe ser breve por fuerza, ya que existe la posibilidad nada aconsejable de desvelar algún giro argumental, que tampoco aportaría nada trascendental a la crónica.

El montaje dialoga directamente con el leitmotiv de esta edición del Festival Perelada: genius loci, el espíritu de los lugares. Si alguna vez ha existido un escenario capaz de habitar un espíritu, ese es el jardín. El huerto del título no es solo un espacio físico, sino también simbólico y espiritual. Es un lugar que nos acoge, que nos obliga a estar presentes y nos invita a escuchar. La pieza se apodera del Mirador del Castell para convertirlo en un invernadero escénico, un refugio construido con materiales vivos y sonidos orgánicos, diseñado por Sílvia Costa con una poética que apela a los sentidos. Los espectadores no se sientan solo a mirar: se adentran, respiran y comparten un lugar que crece ante ellos, porque nada más acceder a la sala los aborda un aroma inconfundible a fertilizante y tierra húmeda.

La música, vertebradora del relato, ha sido concebida a seis manos. Damien Bazin construye un espacio sonoro inmersivo hecho de sonidos reales y atmósferas sutiles; Mario G. Cortizo orquesta una partitura para voz y seis instrumentistas (flauta, clarinete, percusión, arpa, violín y violonchelo); y la propia Tarrats, que también actúa como cantante e intérprete, aporta las líneas vocales, a menudo alteradas o modificadas por la electrónica. Su voz recorre registros diversos, entre el murmullo y el canto lírico, y hace evolucionar el personaje de Abril desde la contención hasta la expresión emocional más abierta. A través de juegos vocales que remiten a referentes como Meredith Monk, la voz se convierte en vehículo de revelación, de memoria y de cambio. La pieza se desarrolla a lo largo de las cuatro estaciones, pero rehúye cualquier referencia a la música programática. No se trata de representar la naturaleza, sino de sumergirse en ella desde la experiencia interior. Cada una de las estaciones se traduce musicalmente en un ciclo tonal y una secuencia melódica que acompaña la transformación emocional de la protagonista. Este enfoque cíclico recuerda al proceso vegetal: la germinación, el crecimiento, la maduración y la decadencia. El paso del tiempo no es lineal, sino orgánico. El huerto, como la música, no promete resultados inmediatos. Requiere paciencia, atención, silencio y una mirada “abierta al asombro”, como aseguran las creadoras del espectáculo.

La concepción escénica refuerza esta propuesta sensorial. El jardín va tomando forma a lo largo del espectáculo, como si brotara ante los ojos del público. Los músicos, dispuestos dentro del espacio, no solo interpretan: también habitan. Son jardineros que forman parte del paisaje sonoro y visual porque lo cuidan. La luz —diseñada por Andrea Sanson— y el sonido —a cargo de Davis Hart y Damien Bazin— participan en la construcción de esta atmósfera cambiante, que oscila entre el alba y la noche, entre el blanco del invierno y el verde estival. El público es invitado a permanecer inmerso en este jardín simbólico donde los recuerdos, los sonidos y los materiales dialogan sin prisas. Con este lenguaje delicado y experimental, Hort/Garden no solo propone una nueva manera de hacer ópera, sino una nueva manera de habitar la escena. El formato íntimo y la duración contenida de la pieza la sitúan dentro de la tradición de la ópera de cámara, pero su espíritu es el del arte total. Música, texto, voz y escenografía conforman un todo, porque no hay separación entre disciplinas, sino un trabajo colectivo y orgánico que responde a la misma lógica que rige el jardín: la interdependencia.

El proyecto es fruto de un proceso de creación lento, pensado y compartido. Tarrats sembró la semilla en una residencia artística y, poco a poco, el equipo se fue conformando hasta convertirse en un cuerpo vivo. El apoyo de Òpera de Butxaca i Nova Creació ha sido clave para dar forma a una propuesta, coproducida por el Festival Perelada, que no se ajusta a ninguna etiqueta convencional. Eso la hace singular y, al mismo tiempo, reveladora. En un tiempo en que lo que no puede clasificarse a menudo queda fuera del circuito, Hort/Garden es una apuesta por la experimentación, una pieza que quiere ser próxima emocionalmente y de una profunda poética. Esta apuesta conecta también con una genealogía artística que va de Joan Miró a Rachel Carson. Miró, que afirmaba “trabajo como un jardinero”, hallaba en el Mas de Mont-roig la concentración y la inspiración que le permitían conectar con la esencia de su arte. Hort/Garden puede leerse en esa misma línea: como una forma de escribir, cantar y vivir arraigada a la tierra, pero también abierta al universo. El jardín es el lugar donde se encuentran la materia y el espíritu, la pérdida y la persistencia, la muerte y la semilla; es el lugar donde alejarse del flujo cotidiano del mundo para reencontrarse con el tiempo profundo y lento de la vida vegetal. Un tiempo que no exige resultados, sino presencia. Un tiempo que permite cuidar, esperar, escuchar.

Una conversación y la unión de talentos del BCN Film Fest y el Festival Perelada

Hoy también ha tenido lugar por la tarde, antes del espectáculo, en la Biblioteca del Castell, una conversación titulada El jardín, las estaciones del alma, en la que han participado Helena Tornero, Elena Tarrats y la psiquiatra y psicoterapeuta Sue Stuart-Smith, moderada por la coordinadora general del Festival Perelada, Laia Tous. Stuart-Smith es autora del libro La mente bien ajardinada. Las ventajas de vivir al ritmo de las plantas (Debate), una poderosa combinación de neurociencia, literatura, historia y psicoanálisis que indaga en el secreto que muchos jardineros ya conocen: el contacto con la naturaleza puede transformar radicalmente nuestra salud y nuestra autoestima. Tornero y Tarrats hicieron varias referencias a cómo habían abordado la confección de la pieza desde su vivencia personal, relacionada con sucesos familiares y siempre en torno a un huerto o jardín.

Por otro lado, el Festival Perelada y el Festival Internacional de Cine de Barcelona-Sant Jordi (BCN Film Fest) han celebrado hoy en los jardines del castillo la 7ª edición de la Nit del Cinema, una velada especial que fusiona música, escena y cine en el marco incomparable del Castell de Peralada. La velada es el resultado del acuerdo de colaboración entre ambos festivales, que se remonta a 2018, y en virtud del cual han promovido diversas iniciativas con el objetivo común de fomentar la cultura y reivindicar el valor educativo de las artes. Una de estas iniciativas es el Premio Festival Perelada a la Mejor Música, que se otorga desde la segunda edición del BCN FILM FEST a la película con la mejor banda sonora. En la última edición, este reconocimiento ha sido para Marc Parrot, por la música del filme La furgo. A la velada han asistido, entre otros, las actrices Laura Conejero, Montserrat Alcoverro, Sònia Barba o Mercè Rovira, el actor Quim Ávila, el compositor y director de orquesta Marc Timón o el también compositor Joan Magrané.