UN RECITAL VIBRANTE

UN RECITAL VIBRANTE

La prestigiosa soprano búlgara Sonya Yoncheva ha cerrado esta noche de manera brillante la edición de este año del Festival Perelada, en la iglesia del Carme, con el estreno absoluto del espectáculo George, que va más allá del recital convencional. Se trata de un espectáculo que evoca de forma polifónica y sutil, a través de la música pero también de la palabra, el universo de George Sand (1804-1876), seudónimo de Amantine Lucile Aurore Dupin de Francueil. La propuesta ha combinado música vocal e instrumental, textos literarios y cartas, en una dramaturgia que ha reconstruido la atmósfera íntima de aquellos salones intelectuales del siglo XIX. La figura de la escritora, periodista, dramaturga y crítica literaria George Sand —que fue amante de Alfred de Musset y, posteriormente, de Chopin, además de amiga de Franz Liszt, Pauline Viardot-García y la actriz Marie Dorval— ha fascinado siempre a Yoncheva, quien ha concebido este espectáculo, del cual ya ha realizado y publicado una grabación en CD (Naïve) con el mismo nombre. Como explica muy bien en el programa de mano el musicólogo Mario Muñoz, “el retrato que propone Yoncheva es el de una mujer entusiasta, intrépida y llena de contradicciones que critica a su sociedad a través del arte”.

Hoy, con el refinado acompañamiento de Olga Zado al piano, la complicidad escénica de la joven mezzosoprano Ekaterine Buachidze y la presencia puntual de la violinista Sara Balasch, Yoncheva ha construido una velada en la que, además de la voz de la soprano, también se ha escuchado la voz de Sand, leída por la propia Yoncheva con una dicción clara y una profunda comprensión del texto, pero también las voces de sus amigos y amantes —Chopin, Musset, Viardot, Dorval...— que, entre la admiración, la pasión y la complicidad, han tejido el retrato coral de una intelectual audaz con un estilo literario vibrante y mordaz, que cautivó a la soprano quien, en alguna entrevista concedida sobre este mismo programa, ha afirmado que “George Sand amaba las artes incondicionalmente. Y así, este programa nos abre las puertas a diversas facetas de la escritora, revelando su universo artístico y dando vida a sus pasiones. La casa, la cocina, el salón cobran vida de nuevo en esta velada en compañía de sus amigos, aquellos artistas a los que era tan cercana y que, con respeto y un afecto tierno, se escuchaban, conversaban, reían y celebraban con música y poesía”.

El concierto se ha abierto con una versión pianística de Casta diva, de Bellini, transcrita por Chopin, elegante y etérea en manos de Zado, que ha anunciado el tono contemplativo y refinado del conjunto. A continuación, Yoncheva ha leído una apasionada carta de Alfred de Musset a George Sand, escrita en 1833, e inmediatamente ha cantado Nuit de décembre, de Leoncavallo, con texto del propio Musset. Su interpretación, cálida y conmovedora, ha capturado la melancolía del poema y ha establecido el registro emocional que ha atravesado todo el recital. La interpretación de Yoncheva de Les filles de Cadix, de Delibes, ha aportado una nota de frescura y picardía, modulando con gracia las inflexiones del texto. A continuación, una versión llena de lirismo del Nocturno Op. 9 núm. 2, de Chopin, en la que Zado ha desplegado toda su elegancia pianística, ha precedido una nueva lectura, esta vez una parodia de carta amorosa dirigida a Chopin, cuya música, constantemente presente en el trasfondo del programa, ha adquirido así un papel doble: banda sonora emocional y recuerdo personal de la relación entre él y Sand. Todas las misivas seleccionadas por Yoncheva están emocionalmente relacionadas con alguna de las piezas que las precede o las sigue, de forma que la experiencia poética y sonora es aún más intensa.

La Ballade à la lune, de Offenbach, ha permitido a la soprano mostrar su control de la prosodia francesa y su gusto por la miniatura poética. Con Madrid, de Pauline Viardot, Yoncheva se ha entregado con deleite a la sensualidad rítmica y melódica de una pieza impregnada de ecos españoles mientras Zado, al piano, ha jugado con el tempo y los contrastes con precisión y vitalidad en una pieza basada en un poema que forma parte de Contes d’Espagne et d’Italie, de Musset, escrito en 1830. El centro del programa ha incluido también la lectura de una carta a Marie Dorval, una de las amigas más cercanas de Sand. El tono tierno y afectuoso ha conectado directamente con la canción siguiente, Ninon, de Francesco Paolo Tosti, basada en un poema de Musset. La interpretación de Yoncheva ha sido especialmente teatral, jugando con el contraste entre la ingenuidad de la joven y la ironía implícita en el texto. La mezzosoprano Ekaterine Buachidze ha interpretado a continuación la canción Hai luli, de Viardot, que ha profundizado en esta atmósfera melancólica.

Con las dos mazurcas de Chopin arregladas por Viardot —Faible cœur y Séparation— el programa ha entrado en una zona de intimidad dolorosa. La primera ha sido cantada por Yoncheva con un hilo de voz que ha transmitido fragilidad y deseo, mientras que la segunda, compartida con Buachidze, ha mostrado una fusión vocal de extrema delicadeza. El dúo, bien equilibrado y sincero, ha sido uno de los momentos más emotivos del concierto.

A continuación, Zado ha interpretado el Liebestraum núm. 3, de Liszt, con una claridad e intensidad que han hecho brillar la expresividad romántica de la pieza. Con esta música de fondo, Yoncheva ha leído un fragmento del texto Les maîtres sonneurs, de Sand, una especie de declaración de amor a la música como lenguaje total del alma. “La música dice lo que se piensa, muestra como con los ojos; ama como con el corazón; vive, existe”, escribe Sand. El concierto se ha cerrado con dos piezas de fuerte carga expresiva: Les Bohémiennes, de Viardot, con arreglos sobre danzas húngaras de Brahms, y una segunda versión de Casta diva, de Bellini, esta vez con Yoncheva en pleno dominio belcantista. La primera, compartida con Buachidze, ha sido un estallido de energía y complicidad; la segunda, una muestra de cómo la soprano puede alternar la intimidad del recital con la amplitud dramática de la ópera sin perder coherencia. En los bises, la soprano, la mezzo y la pianista han improvisado una versión a dos voces de Hai luli, que ha supuesto el brillante colofón de la velada.

El programa, como ya había anunciado la propia Yoncheva en la previa, no ha sido una exhibición vocal sino una inmersión en un espacio de relación y memoria. El salón de Sand ha aparecido como un escenario imaginario donde la música y la palabra se encuentran para dar forma a las emociones. Cada carta, cada canción, cada pieza instrumental se ha conectado con un nombre, un vínculo, una historia compartida. Y la soprano, lejos de buscar el lucimiento, se ha convertido en mediadora de este relato colectivo. Acompañada por una pianista de gran sensibilidad, por una mezzosoprano que ha sabido añadir luz y contraste y una violinista excelente, Yoncheva ha convertido el homenaje a George Sand en un manifiesto a favor de la libertad expresiva y del poder transformador de la música y la poesía.

 

Un balance muy positivo en una edición que ha apostado por el riesgo más que nunca

Hoy el Festival Perelada ha cerrado su 39ª edición, haciendo las maletas prácticamente para marchar la próxima semana a Finlandia, donde ha sido invitado al prestigioso Savonlinna Opera Festival, en el que presentará su producción The Fairy Queen, de Henry Purcell, estrenada en la edición de 2022 y dirigida por Joan Anton Rechi (escena) y Daniel Espasa (música), y protagonizada, entre otros, por el contratenor Xavier Sabata. Oriol Aguilà, director artístico del ciclo ampurdanés, ha hecho un balance muy positivo de la edición de este año del festival: “Estoy convencido de que hemos reforzado el prestigio del festival, hemos mantenido su trayectoria caracterizada por la coherencia artística y hemos potenciado y nos hemos apoyado más que nunca en los maravillosos espacios de los que disponemos, sacándoles el máximo partido posible y demostrando, nuevamente, lo ideal que resulta la combinación del arte, la música y la danza con espacios de gran valor patrimonial o histórico como es el Celler Perelada –proyecto del despacho RCR, Premio Pritzker–, la iglesia gótica del Carme o un espacio emblemático como es el Mirador del Castell”.

Una de las características de la edición de este año del festival ha sido la experimentación, con el riesgo que ello conlleva, con propuestas contemporáneas encabezadas por creadores locales, como Le Terroir (Lorena Nogal), Genius Loci (Rafael R. Villalobos y Xavier Sabata), Opera (Forse) con Frames Percussion o Hort/Garden (Elena Tarrats). Aguilà dice al respecto que esta es la línea a seguir: “Este verano ha habido en Peralada más experimentación que nunca, pero eso ya forma parte de nuestra manera de hacer, porque este espíritu es lo que caracteriza a un festival, aunque cada vez las programaciones estables se están contagiando más de este espíritu. Queremos acompañar a los creadores y al público a vivir estas nuevas experiencias, abrir puertas y ventanas al descubrimiento, conseguir sorprender a la audiencia con propuestas que tendrán una vida posterior, un recorrido, pero que conservarán la idea fundacional de Peralada”.

La invitación a buscar el propio paraíso, el propio genius loci, individual o colectivo, ha sido el leitmotiv e hilo conductor del ciclo. Aguilà explica que “este año creo que se ha vivido intensamente el espíritu con el que hemos construido el programa, que era el de invitar a cada uno a encontrar su jardín interior, su genius loci, su paraíso individual, pero también buscar ese paraíso colectivo, donde todos disfrutamos de las propuestas artísticas que nos presentan los creadores. Quisiera destacar la presencia, en las conversaciones de la Biblioteca del Castillo, de dos de los autores que han inspirado –ellos o su obra– espectáculos que hemos podido ver, como el escritor Marco Martella (Genius Loci) y la psiquiatra y psicoterapeuta Sue Stuart-Smith (Hort/Garden), algo poco habitual”.

Solo un punto de mal sabor de boca en esta edición del festival, que deja tareas pendientes para el futuro: “Si hay algo que lamentamos muchísimo es haber tenido que suspender el concierto que nos iban a ofrecer William Christie y Les Arts Florissants –por la alerta de mal tiempo–, pero ya estamos trabajando para intentar recuperar en el futuro la visita de esta formación”.

En cuanto a las cifras, la ocupación de aforo del Festival Perelada de este verano ha sido del 91%.